Que la represión se agudizaría a medida que fueran creciendo las protestas era algo previsible. Que esta tomaría un cariz cada vez más brutal e indiscriminado a medida que amplias capas de trabajadores, ante la falta de perspectivas de mejoras, fueran rompiendo con las formas inofensivas de lucha ciudadana, era de esperar. Sin embargo, las repugnantes escenas de decenas de jóvenes alineados contra la pared, por las fuerzas del estado al servicio del capital, después de haber sido desalojados de locales públicos, sometidos a identificaciones masivas mientras son amedrentados y silenciados por animales uniformados…todo ello bajo los focos de los medios, recuerdan escenas de otros momentos en Chile y Argentina cuando la democracia juega su baza de explicita dictadura.
Los apaleamientos continuos ante el menor atisbo de resistencia, vienen complementados con arrestos e interrogatorios en los días siguientes. Se traduzcan o no con imputaciones de lo que se trata de es de ejercer una intimidación continua sobre los individuos y colectivos más conscientes y activos en la lucha de clases a fin de quebrar su determinación e impedir que esos focos se conviertan en ejemplo a seguir. Las multas, los seguimientos, las detenciones, los interrogatorios y encarcelamientos son otros tantos instrumentos históricos que la burguesía despliega masivamente sin rubor y escrúpulos, en cuanto siente amenazada su hegemonía. Seguir leyendo